El triunfo fue un logro notable para la selección dirigida por Lionel Scaloni, que superó un inicio difícil y la lesión de Lionel Messi en el minuto 65, demostrando, como menciona su técnico, una capacidad constante para encontrar soluciones.
La final no comenzó de manera convencional. Cuatro horas antes del partido, un gran número de aficionados sin entrada causó el cierre de todos los accesos al estadio, retrasando el inicio del juego en casi una hora y media. Finalmente, el partido culminó con un gol decisivo de Lautaro Martínez, quien con cinco goles se convirtió en el máximo goleador del torneo, a pesar de haber jugado solo unos momentos en cada partido.
En un ambiente de alta tensión, con el estadio desbordado por hinchas apasionados, Colombia inició mejor el partido. El equipo dirigido por Néstor Lorenzo parece desenvolverse mejor en situaciones emocionales intensas, disfrutando cuando el ritmo del juego se acelera y las disputas por el balón se intensifican. En contraste, Argentina prefiere controlar el juego y, salvo por momentos contra Ecuador, ha mantenido esta preferencia sin cuestionamientos durante el torneo.
A pesar de que Julián Álvarez tuvo una oportunidad en el primer minuto, fue Colombia quien dominó el desarrollo del partido, acercándose al gol con un disparo de Jhon Córdoba que golpeó el poste y otro de Jefferson Lerma desde fuera del área, que requirió una excelente intervención de Emiliano Martínez para ser detenido.